Colombia, Uruguay, Argentina, Perú, Brasil, son países de Latinoamérica donde el libro no paga impuestos. Chile, en cambio, paga desde 1976, una tasa que no lo diferencia de cualquier otro producto: 19%.
Hoy, un 52,8% de los chilenos se declara no lector. La tasa de compra anual de libros per cápita es de 1,8 al año. Un 88% por ciento de los encuestados declara que en Chile los libros son muy caros.
Pero, ¿es el impuesto al libro lo que daña la lectura en Chile? No puede ser sólo eso. Las iniciativas gubernamentales y políticas de estado que apoyan la lectura, parecen ser un placebo. Una muestra real del interés estatal sería la eliminación total del impuesto al libro, lo que bajaría los precios y aumentaría su difusión.
La Furia del Libro apela a la indignación que nos produce estar insertos en un sistema que privilegia el olvido. Bajo una legislación que disminuye las horas dedicadas al arte en la educación básica. Donde cientos de miles de personas salen a la calle a pedir una educación de calidad y a cambio reciben bombas. En un país donde el último libro que causó revuelo fue la biografía de un torturador y asesino.
Es cierto que en Chile ocurren cosas vergonzantes: colusiones de empresas, estafas corporativas, educación del lucro, enfermedades que arruinan a las familias, mineras que no pagan impuestos, y entre todas ellas para algunos el impuesto al libro es algo menos importante.
Tal vez como una respuesta a ese llamado es que en distintos puntos del país han surgido iniciativas que buscan reivindicar la lectura y la producción editorial. Estas son las llamadas editoriales independientes. Si los chilenos no leen, todo un país se acostumbra a olvidar. Nosotros creemos que la literatura es la memoria de un pueblo.
Y por eso nuestra lucha está en reunirnos aquí, distintas iniciativas editoriales que comparten un mismo interés en difundir la literatura, el arte, el diseño, la memoria y presentarlos al público como una extensión de nuestro trabajo artístico.
La Furia histórica
Entre las actividades que han permitido la emergencia de nuevos editores, y también han favorecido el encuentro entre lectores y editores, se cuenta la Furia del Libro, un evento que surge de manera independiente pero con apoyo de distintas organizaciones. La Furia del Libro ha realizado 3,5 versiones anteriores: la 1° en junio de 2009, en el centro cultural Villavicencio 323; la 2° en diciembre de 2009 en el Galpón 9, de Chucre Manzur; una versión 2,5° en el marco del Festival de Ediciones del Centro Cultural de España, que se realizó en julio de 2010, y una 3° Furia del Libro realizada en el Centro GAM Gabriela Mistral y que contó con la asistencia de cerca de 9000 personas entre el 17 y el 19 de diciembre de 2010. Este año, realizamos una primera versión los días 15 y 16 de octubre, en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC), del Parque Forestal.
La edición independiente como refugio de la literatura en papel
En los últimos años, mucho se ha discutido sobre la eventual desaparición del libro como plataforma de difusión de la literatura. La mayor amenaza consiste en la irrupción del libro digital, el cual puede ser leído en distintos dispositivos electrónicos. A partir de este suceso se han formado dos bandos claramente definibles: quienes están a favor del libro digital y quienes defienden el formato tradicional. Los primeros utilizan como argumento la versatilidad que el libro digital ofrece, su bajo costo, y su capacidad de ser leído en cualquier parte del mundo, sin necesidad de transportar de un país a otro las pesadas y costosas cantidades de libros. Los que defienden el libro en papel prefieren conservar la práctica de la lectura como un momento especial, y a cada libro como una experiencia capaz de transformar una vida. En este último punto radica una de las grandes diferencias entre los dos tipos de lectura: mientras la primera acopia títulos electrónicos, incorpóreos, en el disco duro de un dispositivo digital, la segunda nos entrega la posibilidad de tomar en nuestras manos el objeto libro, conservando en él anotaciones, fotografías, o la firma de su autor.
Si bien es cierto que las formas digitales del libro se presentan como una alternativa de difusión que será preponderante en el futuro, los organizadores de la Furia del Libro estamos convencidos de que el libro en papel no desaparecerá. Son muchas las características de estos objetos que los hacen irreemplazables, y en los últimos años la tendencia es que las editoriales independientes han innovado en la estética y materialidad de los libros, al punto de convertirlos en objetos deseables, e imposibles de almacenar en un archivo digital. La experiencia chilena tiene varios antecedentes en el pasado: Guillermo Deisler y Juan Luis Martínez (Ediciones Mimbre y Archivo, respectivamente), dos creadores que extendieron su trabajo al campo editorial, concibiendo obras que serían imposibles de encerrar en un archivo digital. Tanto por la materialidad de los libros, como por sus articulaciones, y los significados que entregan a través de pequeños objetos contenidos en ellos. Los libros de estos creadores son acaso las primeras manifestaciones de una orgánica de la edición, en la que el libro se expresa como un ser vivo capaz de evolucionar. Y ya sabemos que un ser capaz de evolucionar, es capaz de adaptarse para no desaparecer.
Las editoriales independientes son las herederas de ese impulso creativo original, y ellas son las actuales productoras de libros evolutivos, que abren el campo para nuevas transformaciones capaces de otorgar al libro en papel características especiales, que les permitan mantener la unicidad que se pierde en la reproductibilidad masiva del libro digital.
La Furia del Libro concentra varias experiencias editoriales de este tipo, y algunos de los títulos que aquí podrá encontrar el lector, no sólo son únicos en su calidad literaria, sino también en su condición de objeto. Que el lector decida, y se acerque a la Furia para encontrar los libros que, por ser únicos, nunca dejarán de tomar la forma del papel.
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